
Entre la tibia niebla de un escalofrío
surge de entre las entrañas del silencio
Ella, la música irrumpe súbitamente
y se vierte lentamente inundando
un lugar vacío, olvidado en el alma.
Tristeza, deseo, ansiedad, alegría
brotan de entre la madera y el metal
materializándose en un rostro, una mueca, un movimiento.
El solista, el actor principal, el cellista
baila encima de la cama, arropado por la orquesta.
A veces casi inaudible, se presiente el siguiente plano,
poco a poco se dibuja el cuadro
mientras se desvanecen lentamente las primeras pinceladas,
huyen del aire las vibraciones del sonido.
Incesante el aplauso del público,
emocionado, sincero, anhelante
hace renacer la música, ahora en cueros.
El actor muere despacio derrochando más vida que nunca
jugando, deleitando el paladar de cada oído,
susurrando a cada uno, quien sabe si un mensaje único,
personal, secreto... el último regalo.
Un suspiro, silencio, muere en el escenario
el actor principal, el cellista, el artista.
Sencillamente precioso...
ResponderEliminarGracias. Me he decidido a colgar retales de mi adolescencia tardía, poemas escritos entre mis 16 y mis 18 años y que hoy quiero compartir, son parte de mí y hablan de mi historia,ahora ya soy capaz de sacarlos de ese cajón polvoriento y exponerlos como quien cuelga una foto.
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