Una mañana de otoño, entre las hojas secas arrancadas por el viento de los árboles y pegadas como baldosas al suelo por la lluvia. Por supuesto, sobre ruedas y bajo el agua y con el ring ring de mi bicicleta que espontáneamente canta cuando un bache se atraviesa en mi camino.
El aire huele a mojado y la noche se vuelve rosa, iluminada y con el peso del cansancio de la jornada.
De vuelta a casa...
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Aunque no venga al caso aquí, espero que lo pasárais estupendamente ayer...mi cuerpo no me dejó ir...nos vemos alguna tarde de domingo!
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