miércoles, 8 de diciembre de 2010

27 amaneceres (parte IV)

-23. Amanecer en Huesca, tras el pequeño incidente horario ya relatado con el tren. Dormía en casa de Ignacio, uno de los chicos de Huesca que formaban parte del grupo de cellos del conservatorio de Huesca. Inesperadamente antes de que el sol entrase por la ventana (aún oculto por la perezosa persiana de la habitación), entra por nuestros oídos una dulce melodía de violoncello que va aumentando en volumen. Aquel día decidí que yo en mi casa también tendría hilo musical. Esto se une al deseo de tener una gran bañera redonda y una chimenea si cabe...
-24. Principio de abstemiedad. No creo que exista este palabro que me acabo de sacar de la manga pero es bastante ilustrativo. Este principio nace tras una fiesta nocturna en la sede de la ONCE en Sevilla, donde los cubatas eran insultantemente baratos y los chupitos gratis, un sutil intento de que todo el mundo, afiliados o no, acabase ciego. Tras hacer honor a lo que se esperaba de mí, salí arrastrada por mi amiga Marina del local, que me dejó en manos de un chico mientras ella iba a buscar el coche, yo medio incosnciente más tumbada que sentada en la parada del autobús, derramada sobre aquel simpático desconocido. El grado de alcoholismo y la falta de control sobre mi cuerpo desembocaron en un ataque de ansiedad que preocupó seriamente a Marina, resultado: una llamada de Marina al 112 y un simpático enfermero que vino a mi piso para informarla de que lo único que necesitaba era dormir la "mona". A la mañana siguiente, desperté sintiéndome avergonzada como nunca de mí misma, maldiciendo al alcohol y a la falta de control de la que hice gala, sufriendo por ser capaz de preocupar así a una amiga, por perder casi la consciencia de lo que sucedía, sin mesura de mis palabras ni mis actos, dejándome bajo los mandos del alcohol que me dirigía de manera desinhibida y descoordinada hasta caer en la horizontalidad de mi cama y recordarlo todo en forma de dolor de barriga al amanecer. Ese amanecer (corría el año 2004) decidí dejar de beber, comencé, cómo se aconseja en estas ocasiones a partir del 1 de Enero del siguiente año. Y bueno, teniendo en cuenta que dejé de considerar alcohol al tinto, y alguna otra excepción ocasional en los últimos tres años (hasta entonces alcohol 0% en mis venas), era bastante abstemia, discurso que no me vale ya desde agosto de este año... En fin, a la luz de algún que otro encuentro desafortunado con el alcohol este año, he decidido hacer un "cuaderno de borracheras" para el 2011, que de todo se aprende!
-25. Fue un sueño o sucedió de verdad. Un día dormí con una amiga mía en mi pequeña cama de 80 en mi piso de alquiler, hace ya más de 2 años, no sabría decir cuando exactamente. Al despertar recordaba haberla abrazado y acariciado el pelo, de una forma más que cariñosa... ella no hizo ningún comentario, y yo no me atreví a hacerlo tampoco al no estar segura de si aquello había pasado o había sido una de las muchas películas que mi querido inconsciente tiene el detalle de crear para mí para entretener mis horas de sueño. Todo siguió normal el resto del día y hasta hoy.
-26. Amanecer en Oustriam, una de las playas infinitas del desembarco de Normandía. Había alquilado un coche con Kevin para ir desde la punta de la Bretaña francesa a recorrer toda la costa de Normandía donde tuvo lugar aquel triste episodio de la segunda guerra mundial (más de 1000 km en 2 días). El primer día llegamos al pueblo de Oustriam y dimos el primer paseo por la playa, no teníamos dinero para pagar un hostal ni nada parecido, dormiríamos en nuestro pequeño coche de alquiler. Aparcados frente al puerto y con no pocas dificultades para acomodarnos en aquel coche de dos plazas, tocaba la hora de vencer el miedo a que alguien nos pudiera decir algo por estar allí o que nos pudiese pasar alguna anécdota desagradable y viajar al país de los sueños con el motor apagado y las puertas bloqueadas. Los primeros rayos de sol reflejados en el espejo retrovisor derecho me dieron los buenos días. Aún recuerdo como se dibujaba la mañana en el cristal.
-27. Un mar de luz, así recordaré siempre la mañana del día 1 de Enero de 2006. Enterramos 2005 juntos bajo las sábanas de una cama de matrimonio, de polizontes en mi piso de la playa. Temprano amaneció la mañana que nos arrancó de la cama hasta la orilla de la playa. Allí contemplamos como un sol de invierno con ganas de calentar nuestra sangre jugaba con la dorada arena peinándola en un baile sinuoso comparable al que las olas hacen con la superficie del mar. Cogimos dos piedras como recuerdo de aquella mañana que el Sol nos dedicaba, como amuletos para conservar esa magia durante todo el año. ¿Pôr qué seremos capaces de creer en sueños tan grandes bajo una luz tan pequeña, la luz de la superstición de esta fecha simbólica? 2006 sería un año que nunca olvidaría pero la magia solo me bailó el agua esa increíble mañana, sin poder vislumbrar el año sombrío que me esperaba.

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