miércoles, 30 de diciembre de 2009

la mejor forma de no perder...

Cuando uno no ha nacido bajo una estrella sino como se suele decir ,"estrellado"y añadimos a la falta de buena estrella la falta de buena memoria, PERDER, desde muy distintas perspectivas, se convierte en una actividad cotidiana.
Ante tales dones sólo me queda comprobar 3 veces que he cerrado bien el coche, llevar las llaves del sitio adonde voy desde que salgo de casa (para asegurarme que no las he olvidado), guardarlo todo cuidadosamente bien para después no encontrarlo de lo bien que lo guardé, leer varias veces los contratos, facturas... y aún así PERDER... PERDER un mínimo de 10 veces al año las llaves de casa, dejar el cargador del móvil olvidado 2 de cada 3 semanas, hacer gestiones erróneas o en el momento menos indicado, poco importa, la constante es el agujero que tengo en el bolsillo, ¡siempre!, y no es por el dinero que se va en tonterías sino por todo lo que piensas que podrías hacer con ello.
Por eso la mejor forma de no perder es DAR, compartir, regalar... e invertir en la sonrisa del que recibe, que es un "valor seguro" (expresión que escuchamos todos los días ahora que estamos en tiempos de crisis).
Sin embargo no se trata de un valor barato, es un valor exigente a la vez que precioso. Sólo se puede DAR cuando la ofrenda es gratuita, sin intenciones, sin esperar recibir nada a cambio, ni tan siquiera la gratitud o un cambio de actitud en la otra persona, tampoco debe servir al alivio de la mala consciencia. Sólo se debería dar lo que nos brota, como agua del manantial, espontáneamente, porque a pesar de que hayamos dicho que no se trata de un valor barato, sí que debería ser un acto que no valga pena alguna, puede demandar esfuerzo pero es de sobras recompensado. Se da desde la alegría de ofrecer, de dedicarnos al otro, no se puede dar con dudas ni pesares.
Por todo esto os lanzo una invitación a ser consumistas con el valor seguro de DAR, a coleccionar esas sonrisas que te traen esos vitales rayos de sol una fría mañana de invierno.

domingo, 20 de diciembre de 2009


Feliz Navidad a todos desde mi refugio soleado, en el silencio absoluto del rugir de las olas...

jueves, 26 de noviembre de 2009

Pedaleando bajo la lluvia

Una mañana de otoño, entre las hojas secas arrancadas por el viento de los árboles y pegadas como baldosas al suelo por la lluvia. Por supuesto, sobre ruedas y bajo el agua y con el ring ring de mi bicicleta que espontáneamente canta cuando un bache se atraviesa en mi camino.
El aire huele a mojado y la noche se vuelve rosa, iluminada y con el peso del cansancio de la jornada.
De vuelta a casa...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Ya no me acuerdo (07-11-09)

Hoy dejo a tus pies un cesto lleno de pétalos de rosa...

por cada canción que un día me conmovió y hoy ni siquiera recuerdo un acorde,

por las palabras que me dijiste cuando más lo necesitaba aunque ni siquiera recuerde por qué lloraba,

por todos los sabores y los olores que ya no existen y sin embargo, aunque perdidos, aún se hayan en mi mente,

por cada frase que leí o escuché, no sé donde ni cuándo, que tuvieron eco entre mis pensamientos, que me llevaron un poco más cerca de mí,

por cada persona, las que están y las que no, con las que hablé un día, aquellas que más quiero, las que llamaron mi atención, las que arañaron mi sensibilidad sin ni siquiera pretenderlo, todas las que construyen mis recuerdos y mis olvidos unidos de la mano en el camino.

No quiero llegar a ninguna parte con estas humildes palabras, sólo dedicarle un minuto a todas esas cosas que ya no recordamos y sin embargo, de alguna manera, han dejado su huella en nosotros.

Mi confianza (10-06-2001)

Deshecha de sus espinas la rosa
llena de confianza, abrumada por su atrevimiento.
Acariciaba sus pétalos la brisa, mecíase la rosa
temerosa del tosco irrumpir de vientos fuertes,
de la aparición de agentes destructores ante los que,
ahora desprotegida, perecería la rosa.
Sentía la rosa llenarse de vida bajo el sol,
mecida por sus caricias, deleitada por el susurro
cálido y conciliador de su brisa.
Olvidó sus miedos la rosa y entregose a la brisa,
llorándole rocío las mañanas que al despertar
su cuerpo inerte no danzaba a su son,
crujiendo de frío en soledad,
deshojábase la rosa
por no sentir su calor.

Eternas noches de estudio (febrero y junio)

A caballo entre la noche y la mañana
comienzo el día entre las sombras de la noche,
despierta entre sueños, persiste algo de surrealismo.
Desafiando al ritmo de la naturaleza,
amaneciendo mirando de frente a la luna.
Caigo perdida, sin la vida
negada por un ritmo impuesto
que vela por mi sueño.
Vuelvo a amanecer, esta vez con la luz del día.
En la calle, miradas, prisa, aturdimiento.
La calle se mueve más rápido de lo que puedo percibir.
El autobús me regala una nueva familia cada mañana,
desayuno y comparto mis primeros pensamientos con ellos,
en silencio...
Aparto una sombra y continúo mi día,
comienzo a interpretar mi papel,
la función comienza sin guión.

Mi primer concierto de cello (concierto de E. Elgar)


Entre la tibia niebla de un escalofrío
surge de entre las entrañas del silencio
Ella, la música irrumpe súbitamente
y se vierte lentamente inundando
un lugar vacío, olvidado en el alma.
Tristeza, deseo, ansiedad, alegría
brotan de entre la madera y el metal
materializándose en un rostro, una mueca, un movimiento.
El solista, el actor principal, el cellista
baila encima de la cama, arropado por la orquesta.
A veces casi inaudible, se presiente el siguiente plano,
poco a poco se dibuja el cuadro
mientras se desvanecen lentamente las primeras pinceladas,
huyen del aire las vibraciones del sonido.
Incesante el aplauso del público,
emocionado, sincero, anhelante
hace renacer la música, ahora en cueros.
El actor muere despacio derrochando más vida que nunca
jugando, deleitando el paladar de cada oído,
susurrando a cada uno, quien sabe si un mensaje único,
personal, secreto... el último regalo.
Un suspiro, silencio, muere en el escenario
el actor principal, el cellista, el artista.

sábado, 31 de octubre de 2009

SOL DE INVIERNO

Es mediodía. Un parque.
Invierno. Blancas sendas;
simétricos montículos
y ramas esqueléticas.
Bajo el invernadero,
naranjos en maceta,
y en su tonel, pintado
de verde, la palmera.
Un viejecillo dice,
para su capa vieja:
«¡El sol, esta hermosura
de sol!...» Los niños juegan.
El agua de la fuente
resbala, corre y sueña
lamiendo, casi muda,
la verdinosa piedra.

Antonio Machado

viernes, 30 de octubre de 2009

un espacio personal, un encuentro abierto


De vuelta al mundo bloggero sin entender aún demasiado la repercusión, la utilidad ni el alcance de esta práctica; con hambre de alimentación del ego quizás o con simples ganas de compartir, de lanzar palabras al aire, de dejar un grafitti de vez en cuando en un muro alquilado en la red.
¿Por qué Sol de Inviernos? porque no recuerdo ninguna sensación tan agradable como una mañana de sol en un mes de diciembre, cuando en un viaje en coche sus rayos mecen tus sueños y le regalan un soplo de vida; cuando te escapas unos minutos, no importa de dónde y te plantas frente al sol y le miras a los ojos recibiendo su cálida mirada.
En un momento de mi vida en el que pasaba página, pedí a algunos de mis amigos rellenar las últimas líneas en un improvisado muro en blanco en la pared. Me encantó leer en cada uno de los mensajes palabras dedicadas a mi sonrisa.
El sol de invierno, es la sonrisa que se pinta en un paisaje de nostalgia.