viernes, 13 de noviembre de 2020

Nutrición y Consciencia

                                                  
                                     I

“Nada es conocido sin antes ser deseado”. Para Miguel de Unamuno, el hombre no es un animal racional sino un ser anhelante, un animal angustiado. 
      El origen del conocimiento está precisamente en el hambre, en la necesidad de alimentarse. Etimológicamente, educar viene de educare o educo-are, que significa criar o alimentar. 
     Este ser anhelante necesita consumir y nutrirse. Lo que nos diferencia como animales es que tenemos la opción de elegir y alimentarnos de forma consciente. El deseo inconsciente se sacia de forma voluntaria, emocional, social y cultural; nuestra necesidad no es concreta y definida, sino personal y vivencial, completamente libre y viva. 
     Como parte del mundo natural, estamos influidos por los fenómenos de la naturaleza y los astros, ya que tenemos un origen común. Estamos compuestos de las mismas partículas (con densidad variable) que el resto de especies y minerales que conforman nuestro paisaje cotidiano
     ¿En qué momento pasamos a pensar que el mundo era un gran hipermercado a nuestro servicio? ¿por qué nuestros avances pasaron por el sometimiento de la tierra y el resto de especies? ¿Qué gran promesa nos llevó a desvestirnos de nuestra naturaleza cíclica y forzar a nuestro entorno a acompañarnos hacia nuevos ciclos caprichosos y eficientes? 
     Cuando cogimos el bastón de mando, ¿nos planteamos las consecuencias de nuestro autoritarismo?, ¿qué líder puede ser grande destruyendo su imperio, renegando de los seres que lo hacen poderoso? ¿En algún momento nos planteamos trabajar en equipo, cocrear, crecer como organismo vivo en simbiosis y cuidado mutuo? 
     Actualmente está demostrado como a nivel empresarial el respeto, la predisposición, la empatía o el aprendizaje mutuo son actitudes que mejoran el ambiente de trabajo y por tanto, el rendimiento, la famosa y deseada productividad
     Resulta osado pero, ¿es posible plantearnos un crecimiento respetuoso, amable, fomentando los dones naturales para maximizar el potencial individual y el espíritu de equipo, el espíritu de todos los seres que formamos este mágico planeta azul? 

                                     II

     No me niego, pongámonos de nuevo en el centro (yo también tengo mi ego): ¿no es nuestra salud lo más importante? El organismo funciona, de forma natural, buscando el equilibrio y la salud del cuerpo. Sin embargo, una de las causas más temibles, y casi obviada, de la pérdida de la salud, es el intento de control de los mecanismos naturales de sanación del propio cuerpo. 
     La desvinculación de las sensaciones que nuestro cuerpo nos ofrece, así como la lucha contra la enfermedad desde fuera, debilita nuestras defensas naturales en lugar de reforzar nuestro sistema inmunitario, nos hacen vivir estos procesos como ajenos, incluso como “castigos”. 
     La vida es construcción, destrucción y reconstrucción. Entre muchas causas de la destrucción están las enfermedades. El problema no está en la enfermedad o los trastornos, sino en la reconstrucción debilitada por la forma en que vivenciamos la enfermedad. Nuestra relación con nuestra propia naturaleza puede estancar la enorme fuerza de nuestro organismo, la fuerza sanadora inherente a la vida.
     La dominación del mundo natural va más allá del control de la producción de la tierra, hemos decidido controlar la naturaleza de nuestro propio cuerpo, despreciando los mecanismos de autorregulación del mismo en pro de la mente y nuestra capacidad de rediseñarnos a la medida de…, ¿qué buscamos tan desesperadamente fuera? 
      El mismo modelo de superproducción que estrangula los recursos lo aplicamos a nuestro cuerpo. Nos disponemos constantemente a producir, descuidando los cuidados, sustituyéndolos por pastillas y actividades; ocupándonos de nosotros desde la acción (dictados de la mente). La parada no se contempla
     Nuestro cerebro, el gran señor feudal, tiene el mismo origen embriológico que el intestino grueso, son las primeras estructuras en formarse. La interrelación a nivel nervioso es enorme. Recientemente, se descubrió el papel fundamental del intestino en la secrección de neurotransmisores como la dopamina (mediadora del placer) y la serotonina (relacionada con el vínculo y los afectos). La relación entre nuestro sistema digestivo y nuestro mundo psíquico es actualmente indiscutible. 
     Quizás podríamos poner nuestro cerebro al servicio del cuerpo, educar nuestra hambre con consciencia: cambiar hábitos de consumo, dando tiempo a la naturaleza a regenerarse y crecer generosamente y en equilibrio; practicar una agricultura responsable y la cría de animales en condiciones de dignidad y bienestar. 
    Hablo de honrar mi naturaleza animal y agradecer la vida que existe dentro y fuera de mi, integrarme afectivamente con mi entorno, para volver a florecer sonriendo al sol.