jueves, 26 de noviembre de 2009

Pedaleando bajo la lluvia

Una mañana de otoño, entre las hojas secas arrancadas por el viento de los árboles y pegadas como baldosas al suelo por la lluvia. Por supuesto, sobre ruedas y bajo el agua y con el ring ring de mi bicicleta que espontáneamente canta cuando un bache se atraviesa en mi camino.
El aire huele a mojado y la noche se vuelve rosa, iluminada y con el peso del cansancio de la jornada.
De vuelta a casa...

sábado, 7 de noviembre de 2009

Ya no me acuerdo (07-11-09)

Hoy dejo a tus pies un cesto lleno de pétalos de rosa...

por cada canción que un día me conmovió y hoy ni siquiera recuerdo un acorde,

por las palabras que me dijiste cuando más lo necesitaba aunque ni siquiera recuerde por qué lloraba,

por todos los sabores y los olores que ya no existen y sin embargo, aunque perdidos, aún se hayan en mi mente,

por cada frase que leí o escuché, no sé donde ni cuándo, que tuvieron eco entre mis pensamientos, que me llevaron un poco más cerca de mí,

por cada persona, las que están y las que no, con las que hablé un día, aquellas que más quiero, las que llamaron mi atención, las que arañaron mi sensibilidad sin ni siquiera pretenderlo, todas las que construyen mis recuerdos y mis olvidos unidos de la mano en el camino.

No quiero llegar a ninguna parte con estas humildes palabras, sólo dedicarle un minuto a todas esas cosas que ya no recordamos y sin embargo, de alguna manera, han dejado su huella en nosotros.

Mi confianza (10-06-2001)

Deshecha de sus espinas la rosa
llena de confianza, abrumada por su atrevimiento.
Acariciaba sus pétalos la brisa, mecíase la rosa
temerosa del tosco irrumpir de vientos fuertes,
de la aparición de agentes destructores ante los que,
ahora desprotegida, perecería la rosa.
Sentía la rosa llenarse de vida bajo el sol,
mecida por sus caricias, deleitada por el susurro
cálido y conciliador de su brisa.
Olvidó sus miedos la rosa y entregose a la brisa,
llorándole rocío las mañanas que al despertar
su cuerpo inerte no danzaba a su son,
crujiendo de frío en soledad,
deshojábase la rosa
por no sentir su calor.

Eternas noches de estudio (febrero y junio)

A caballo entre la noche y la mañana
comienzo el día entre las sombras de la noche,
despierta entre sueños, persiste algo de surrealismo.
Desafiando al ritmo de la naturaleza,
amaneciendo mirando de frente a la luna.
Caigo perdida, sin la vida
negada por un ritmo impuesto
que vela por mi sueño.
Vuelvo a amanecer, esta vez con la luz del día.
En la calle, miradas, prisa, aturdimiento.
La calle se mueve más rápido de lo que puedo percibir.
El autobús me regala una nueva familia cada mañana,
desayuno y comparto mis primeros pensamientos con ellos,
en silencio...
Aparto una sombra y continúo mi día,
comienzo a interpretar mi papel,
la función comienza sin guión.

Mi primer concierto de cello (concierto de E. Elgar)


Entre la tibia niebla de un escalofrío
surge de entre las entrañas del silencio
Ella, la música irrumpe súbitamente
y se vierte lentamente inundando
un lugar vacío, olvidado en el alma.
Tristeza, deseo, ansiedad, alegría
brotan de entre la madera y el metal
materializándose en un rostro, una mueca, un movimiento.
El solista, el actor principal, el cellista
baila encima de la cama, arropado por la orquesta.
A veces casi inaudible, se presiente el siguiente plano,
poco a poco se dibuja el cuadro
mientras se desvanecen lentamente las primeras pinceladas,
huyen del aire las vibraciones del sonido.
Incesante el aplauso del público,
emocionado, sincero, anhelante
hace renacer la música, ahora en cueros.
El actor muere despacio derrochando más vida que nunca
jugando, deleitando el paladar de cada oído,
susurrando a cada uno, quien sabe si un mensaje único,
personal, secreto... el último regalo.
Un suspiro, silencio, muere en el escenario
el actor principal, el cellista, el artista.