domingo, 23 de mayo de 2010

de la misma esencia del amor


Se ha escrito tanto y se ha dicho tan poco de la esencia misma del amor...
Nos quedan magníficas definiciones fugaces entre algún párrafo de esa novela que siempre tenemos en la mesilla de noche en un rincón del alma. Calificativos, descripciones, historias, imágenes... leídas, oídas, vistas o imaginadas, que al encontrarlas nos hacen sentirnos en presencia de una manifestación de amor, pero... ¿y el amor mismo?
Ni siquiera me esforzaré en citar, aunque siempre resulte motivo de paz y embeleso para el alma, algunas de esas frases célebres, distintas para cada uno, porque ¿es acaso el amor el resultado de una suma?, ¿podríamos obtener su retrato del collage de todas esas imágenes, palabras, manifestaciones?, y aún así, con su retrato, ¿sería este hermosa pintura la verdadera portadora y reveladora de tan anhelada esencia?
No seré yo la madre de esta gran verdad, ni el profeta que la divulgue con su vida, solo quería dedicar unas líneas a un gran misterio, a una fuerza poderosa, quizás el Santo Grial...
Es curioso como mueve el mundo con sus manos, como queriendo o sin querer nosotros, empuja nuestros pasos a su búsqueda. No quiero hablar del "querer" porque éste sí sería fácil de definir y todos más o menos queremos y nos sabemos queridos por alguien en algún momento. No es lo mismo.
Como todo lo bello, el amor, suele tener una naturaleza efímera y sin embargo tan fuerte que se eterniza ( aunque sólo sea como un recuerdo). Es suficiente con que alguna vez lo hayas sentido en su estado más puro, aunque sólo sea un segundo, para que esa sensación de felicidad irracional se ancle en tí y te haga desearla. Ese instante es como si se abriese ante tí una caja de música con una melodía antigua, anterior al universo mismo y quizás procedente de la explosión de su origen, te sientes testigo y partícipe de un milagro, algo que trasciende más allá del aquí y el ahora y sin embargo te hace sentir más presente que nunca. No sólo transforma tus sentimientos y percepciones, tú mismo sufres la metamorfosis y te dejas poseer por él, sentir y ser amor se convierten en una misma cosa.
Es bonito como intentamos medir las posibilidades de este amor con una mirada, intentando poner en la balanza la chispa que salta o creemos que podría saltar. Creo que quien más quien menos alguna vez en su vida a deseado amar a alguien (alguien que está enamorado de tí, una nueva persona en tu vida, un amor platónico...). Quién no ha jugado en su fantasía con la idea de que esa persona nos regale ese momento mágico, tan sólo mágico cuando ese momento se vive en comunión con el otro (porque él también recibe este regalo), en esencia, más allá de los límites físicos. A veces este deseo, este sueño de amar es más emocionante, más vivo, que muchos de los momentos que puedas vivir en pleno enamoramiento, porque el amor no es una línea sino un punto, sólo se convierte en un trazado continuo si reúnes el número suficiente de instantes.
El amor posee la polaridad de ser el sentimiento más puro y generoso que hay y sin embargo ser el mayor alimento para el ego, porque no sólo queremos sentirnos afortunados de estar con una persona maravillosa, necesitamos sentir que el otro te mira agradecido de poder contar contigo para escribir su historia. De ahí emana su poder, querer que alguien nos haga sentir felices (amados) no es egoísta, es el camino más recto para desear hacer feliz a la fuente de nuestra felicidad, y sin embargo no basta el sentirnos queridos para empujarnos a sentir ese mismo amor si no brota espontáneamente de nosotros, es así como se cierra el círculo. El fruto que nace del árbol es a la vez alimento para sus raíces.
Creo que podemos compartir nuestra vida con más o menos parejas, que podemos querer y sentirnos queridos de muy distintas formas, pero, el amor, aún valiéndose cada vez de una nueva máscara, en esencia siempre es el mismo, y todos lo conocemos (o hemos soñado con él).

domingo, 2 de mayo de 2010

De vuelta del país de las maravillas. Aquellos maravillosos años


Quizás sea la infancia el período de mi vida en el que las caídas a ese submundo paralelo, y sin embargo tan vivo en la realidad por aquel entonces, eran más frecuentes.
Puede que se deba a la coincidencia de varios factores: por un lado un mundo demasiado pequeño para una imaginación tan grande y por otro lado una imaginación tan virgen e inexperta en la que todo cabe y no existe juicio de exclusión porque no hay aún un modelo que sirva de contraste. Y si a todo ello le añadimos una buena dosis de inocencia y cándidez, el pastel está listo y caliente en el horno.
Con cada bocado puedes obtener...
...un ropero mágico sobre el que los reyes magos (cuando se volvían enanos como gnomos) dejaban los juguetes incluso una semana antes de lo previsto, yo lo ví una vez saltando sobre la cama de mi abuela pero me callé y sonreí guardándoles el secreto de que no podían repartir todos los juguetes en una noche; o una playa infinita que se extendía desde la carretera que salía de mi pueblo hasta la arena en la orilla, un mar de plásticos de fresa con un olor a sal sólo perceptible por mi nariz que disfrutaba con los rizos formado por las olas tendidas de manera uniforme sobre el rojo fruto; o un pasaje secreto a Chicago desde la playa de Mazagón, al final de unas escaleras un cartel bien claro te indicaba como podías pasar desde allí a los estados unidos sólo con decidirte a adrentarte en el oscuro pasadizo de empinados peldaños (qué pequeño era el mundo! otro secreto que guardé para mí porque los grandes secretos de un explorador nunca deben revelarse); o el secreto del movimiento oculto de los edificios que giraban con la Tierra aunque no todo el mundo podía apreciarlo, era necesario primero haber hecho algunos movimientos de traslación en torno a alguna columna estratégica y luego mirar fijamente al techo para percatarse; o el mundo de criaturas que vivían bajo mi cama y que se despertaban de noche y hablaban conmigo en secreto, amenazándome si delataba su existencia (sus voces se parecían sospechosamente a las de mis hermanos mayores)...
...en fin un delicioso pastel tragado por la consciencia y eso que llaman sentido común y realismo.
Aunque quiero esta noche confesar un secreto, aún guardo los ingredientes de tan deliciosa receta y de vez en cuando vuelvo a caer en esos agujeros que tiene la "realidad", materia discontinua como cualquiera, por muy sólida que parezca su superficie (capricho de la química que el hielo sea la forma sólida del agua y en la que sus átomos se hayan más separados en su configuración menos consistente).
Pero, bueno eso son otras historias que ya iré desmigando bajo mi pequeño sol alquilado en esta humilde parcela en la red.