viernes, 23 de octubre de 2020

agua, amor y vida

  

 
Desde pequeña hay palabras que de tanto escucharlas, verlas, y sentirlas, me las creí y reproduje la cualidad de esa palabras, respondiendo a la expectativa, al tatuaje que se creó en mi piel y en mi pecho, respiraba y era aquello que creía. Yo siempre fui TORPE, poco ágil o elegante, torpona, lenta y sin gracia, rojo, NM: necesita mejorar y suficiente (por pena) en gimnasia, chica sentada, la mejor portera de fútbol a falta de una actividad menos demandante (además de rellenar la portería mejor que muchos de mis compañeros y compañeras). Mi relación con el suelo, mi equilibrio y mi propio movimiento siempre ha estado basada en la desconfianza, muchas veces en el miedo, en ocasiones recuerdo el temblor atravesando todo mi cuerpo. 
     Un día mis padres tuvieron la genial idea de apuntarme a natación, en una piscina donde lanzaban a los niños que tenían miedo al agua, y sin embargo a mí no me empujaron siquiera, por razones de peso. Eso me regaló tiempo y espacio para relacionarme con el agua. Pensar en mis primeras veces en el agua aún me emociona, ¡cuánta libertad! 
     Juanjo Vergara escribió una vez que “sólo se aprende lo que emociona”. Antes de escuchar por primera vez en mi vida esta frase, en mi crecimiento había acumulado tantos miedos que la mayoría de mis avances (incluso los más insignificantes) venían de hacerle frente a un pequeño monstruo o al más hondo de los terrores. En este camino entendí que las verdades son más verdades cuando las repites, las afianzas; la huella coge profundidad y cobra peso. Recrearte en la experiencia que te da vida (aunque en un pasado no tan lejano, ni te sentías capaz), te da poder. Por todo esto dediqué todo un verano a pasar ocho horas al día (toda una jornada laboral) en remojo. En el agua era/SOY ágil, ligera, libre y PODEROSA. 
     “Cuando amamos nuestros propios cuerpos, ellos responden. Cuando enviamos nuestro amor (nos sentimos unidos) a la Tierra, ella responde. Nuestro propio cuerpo está compuesto en un 70 por ciento de agua. Y la superficie de la tierra es también un 70 por ciento de agua. El agua es vida, está realmente viva y responde a nuestros pensamientos y emociones. Quizá, habiendo visto esto, podamos comenzar a entender realmente el imponente poder que poseemos al elegir nuestros pensamientos e intenciones, para sanarnos a nosotros mismos, así como a nuestro medio ambiente. Pero esto solo será posible si creemos.” Masaru Emoto. 
     Estudiar la naturaleza y la biodinámica del agua siempre me ha parecido fascinante, siendo un líquido tan ligero y aparentemente uniforme, es un elemento polar y sometido a diferentes tensiones según la zona del líquido estudiado, genialmente adecuado para acoger y cuidar la vida. Las fuerzas cohesivas entre las moléculas dentro de un líquido, están compartidas con todos los átomos vecinos. Las de la superficie, no tienen átomos por encima y presentan fuerzas atractivas más fuertes sobre sus vecinas próximas de la superficie. Esta mejora de las fuerzas de atracción intermoleculares en la superficie, se llama tensión superficial. En las olas podemos ver como en la cresta, cuando rompe contra un obstáculo, las partículas no se separan arbitrariamente sino que tienden una hermosa red y dibujan un refugio efímero en el aire antes de volver al mar.
     El abrazo sútil del mar, la gran acogida del agua de todo, sin que pese, su enorme capacidad de diluir y limpiar. El agua no juzga, acoge por igual tus lágrimas de amor y las de odio o sufrimiento, tu alegría y tu congoja. 
     La mayoría de las terapias( físicas, psíquicas o cognitivas) proponen un trabajo que deshace, desenreda o ablanda pensamientos, actitudes o patrones cerrados, densos y poco flexibles, es decir, nos hacen más fluidos. La terapia nos aligera y permite acercarnos a esa cualidad del agua de receptividad y apertura aún cuando la superficie, como en el agua, será menos permeable, pero a la vez nos dará nuestra fuerza y capacidad de dibujar en el aire nuestro espacio seguro de encuentro. Todo lo que toca o mueve la piel, todo lo que entra en nuestro espacio personal, mueve el conjunto de nuestras aguas. Be water my friend! y disfruta de tu fuerza y permeabilidad, elegantemente conectado a la vida, en armonía.

1 comentario:

  1. Fluyamos juntas subiendo ríos y bajando cataratas hasta que el mar nos envuelva en su abrazo lleno de sabiduría. ¡Qué bonito es leerte, amiga!

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